viernes, 9 de julio de 2010

La noche que cené con Pepe Viyuela...


Hace algunos años, mi amigo Luís, tenía prevista una actuación benéfica para un proyecto solidario que ya no recuerdo... lo solía hacer en fiestas y eventos especiales. Él, se vestía de Charlot e, impecablemente caracterizado, parecía el mismísimo Charles Chaplin. Arropado por la música de Candilejas, se ponía en el centro del escenario y, con su sombrero y su bastón, y con la tristeza dibujada en su maquillada cara, se movía con la misma gracia y sencillez que lo hacía Charlot. Habitualmente le acompañaba su hija Sara, vestida con tutu y personificando la sensibilidad más delicada y volátil que pueda imaginarse. En la actuación, quedaba de manifiesto la tristeza del hombre maduro y el amor de la bailarina... como en Candilejas.
Sara, bailaba dulcemente alrededor de su padre bajo el foco de luz blanca... él, copiaba las muecas del personaje que representaba. Y lo hacía sin exagerar, comedido, como si de verdad sintiera lo que quería transmitirnos.
Cuando las notas dejaban de sonar, los gestos cesaban y los aplausos rompían el aire.
La vocación de Sara ha sido el baile pero dolorosas lesiones la apartaron de su gran sueño. Un sueño que su familia compartía con ella y, concretamente su padre, mi amigo Luís, durante años se pasó horas y horas esperándola cada tarde a las puertas de la escuela a la que iba, en el centro de Madrid. Y su madre, le ha cosido los vestidos más bonitos.
El día al que me quiero referir, era un día cualquiera en la vida de cualquier persona. La actuación estaba prevista en un famoso restaurante, antes o después de la cena, no lo recuerdo, pero Sara no podía actuar y nadie quería cancelarla así que, surgió la idea de que mi hija Nuria le acompañara pues, desde hacía años, también hacía ballet. No tuvieron tiempo para ensayar pero Luís tenía tanta energía que su entusiamo te contagiaba y, enseguida, confiabas en sus palabras y en su optimismo. Nuria se dejó llevar... y bailó con él... y, sin llegar a la compenetración que tenía con su hija, Luís consiguió con su cariño que Nuria transmitiera en su misma onda...
Los aplausos sonaron y llegó la calma.
Pepe Viyuela, comprometido también con las buenas causas, había estado junto a nosotros toda la noche, mostrándose amable y simpático. Saludó y felicitó a Luís y también a Nuria y, cuando mi hija le pidió un autógrafo, fue muy cariñoso con ella y la animó a seguir bailando.
La noche avanzó. No recuerdo lo que cenámos pero, después del café, nos fuimos a casa.
Nuria ya no baila, se quedó con unas zapatillas de punta sin estrenar... y Luís, ya no está... pero a ella le ha quedado esa emoción compartida, en el mismo centro de su corazón... lo sé, porque me lo ha dicho, y so sólo porque sea mi hija y la conozca.



Queralt.

1 comentario:

  1. ¡Hola solete!

    ¿Cómo lo llevas? Ya veo que te encargas de que no se olvide a tu amigo.

    Tengo una curiosidad, y perdona mi ignorancia, pero ¿tu amigo era famoso? Lo digo porque si dices que trabajaba en teatro, debía ser actor o humorista y es raro (o quizá no tanto viendo el panorama) que no hablasen de su muerte en prensa o TV...

    ¡Mucho ánimo, cielo! Si en vida supo hacerte sonreir, piensa en esas ocasiones para seguir sonriendo y que se sienta feliz, allí donde esté...

    Besos de cerezas y ¡cuidadín con el calor! que los bombones al sol nos derretimos ;)

    ResponderEliminar

Sobre las autorías:

La mayoría de las fotos que ilustran este blog las he recogido en la red y son anónimas pero, si alguien se siente vulnerado en la autoría de alguna de ellas, no tiene más que decirlo y serán suprimidas o, se hará constar el nombre de su autor.