martes, 17 de agosto de 2010

Paco de Lucía o el día que me operaron...



Descubrí a Paco de Lucía cuando él y yo llevábamos pantalones de campaña... bueno, vale, los llevábamos él, yo y todos los modernos, los progres, los melenudos como decía mi abuelo, los extranjeros como decía mi madre... en fin, más de medio mundo llevaba pantalones de campana y collares artesanales y muchas, muchas pulseras de diminutas cuentas de colorines... y pañuelos en la cabeza, y sandalias de piel marrón, y blusas largas casi siempre blancas con algún bordado y bolsos que parecían morrales (también lo decía mi abuelo)...
Me gustaba la imagen de Paco de Lucía y me gustaba "Entre dos aguas"
Los años fueron pasando, algunas veces despacio y otras a velocidad de vértigo pero fui siguiendo su carrera artística con cierta regularidad.
En mi pierna derecha, por debajo de la rodilla y hacia la parte externa, tenía un bulto no muy grande pero protuberante que atraía todos los bordes de las camas, todos los ángulos de sillas y sillones, etc., incluso no podía arrodillarme porque me molestaba bastante así que, el médico me aconsejó que me lo quitara pues, aunque era un tumor benigno de la piel, con tantas heridas provocadas por los golpes, en un corto espacio de tiempo podría darme problemas más serios.
Después de un largo proceso burocrático y protocolario, me citaron un día a una hora en la planta de cirugía de La Paz, seguramente el hospital universitario más famoso de todo Madrid y parte de España.
La mañana que me iban a extirpar "el botoncito mágico" (así lo llamábamos mis hijas y yo cuando ellas eran pequeñas), yo estaba nerviosa porque, sinceramente, soy bastante miedica aunque lo disimule muy bien...
Me hicieron esperar porque citaron a un montón de gente a intervalos muy cortos de tiempo. Unos salían con vendas en la cabeza, otros en la mano, en fin, que no hacían más que entrar y salir de los quirófanos.
Mientras recorría con la mirada cada una de las caras que esperaban conmigo, y saliendo de una estancia que parecía una oficina, vi a Paco de Lucía con el brazo escayolado desde la mano hasta más arriba del codo. Sonreía, pero se notaba que le dolía. Tenía toda la pinta de haber sido operado tiempo atrás y que había ido de revisión, o algo así. Desde la mesa alguien le hablaba así que él, estaba parado justo en la puerta y seguía sonriendo mientras contestaba cosas que yo no alcanzaba a oír, ni falta que hacía pues no me importaba en absoluto. Estuve observando la escena a lo lejos hasta que oí mi nombre por megafonía con todas las instrucciones: debía entrar en uno de los cuartuchos, quitarme toda la ropa, ponerme la bata de hospital, colocarme en los pies y en la cabeza zapatillas y gorro y seguir las flechas...
Entré a la zona de quirófanos y un celador me dio los buenos días. Menos mal... a los pocos minutos me dijo que me subiera a la camilla... y yo le pedí esperar hasta el último momento... él me dijo que bueno... yo respiré aliviada, como si aquello sirviera de algo... unos minutos después me dijo que a la camilla... yo miré para otro lado... él me pidió por favor que me subiera... yo quise entablar conversación con él para que se le olvidara... salió una enfermera con prisas... el celador me ordenó que me subiera a la camilla... yo le dije que se esperara... él me contestó que ni pensarlo... yo le dije que estaba nerviosa... él me contestó que, o me subía yo o me subía él... ¡me subí a la camilla!
Apenas un minuto después ya estaba tumbada boca arriba y con las manos de varias enfermeras tapándome con los trapos verdes de quirófano. Llegó el médico, me saludó sin mirarme, me pusieron varias inyecciones de anestesia repartidas por toda la pierna hasta medio muslo, me colocaron un artefacto parecido a una jaula sobre la pierna y más trapos verdes sobre el artilugio... el cirujano me preguntó que si me dolía, le dije que un poco... le pedí poder ver lo que me estaba haciendo y lo que me iba a hacer... me dijo que ni pensarlo y me explicó que la jaula era para evitar que algo me rozara pero sobre todo, para que yo no viera nada de nada... quise explicarle que me gusta el tema, que no me da miedo ni me desmayo, que mi único problema son los nervios previos... pero se puso a hablar con las cuatro o cinco personas que había allí con él sobre los problemas que tenían de organización e infraestructura... el cirujano se quejaba de lo rápido que tenía que hacerlo todo, una de las enfermeras se quejaba de lo complicado que era mantener limpios los quirófanos con tan poco tiempo entre operación y operación... de repente, grité un poquito... me dijo que no me preocupara que me ponía un poquito más de anestesia por ese lado... y yo pensé que seguramente era el único lado que no había sido inundado anteriormente... dejó de dolerme... me fijé en la superlámpara redonda que había sobre mí y me di cuenta de que se veía mi reflejo... busqué las manos del cirujano con la esperanza de ver el boquete que me habían hecho... y, mientras andaba en ello, la enfermera que me había preguntado varias veces si me encontraba bien me enseñó, a través del cristal de un frasco pequeño, una asquerosa cosa con el tamaño y la forma de un gajo de mandarina... el cirujano me dijo que no esperaba que fuera tan grande, que había sido una sorpresa y que el hueco que me iba a quedar en la pierna (temporalmente), sería mayor del que me habían dicho. También me dijo cuándo tenía que volver a la consulta para la primera cura y que, durante un mes no debía moverme para nada y tener siempre la pierna en alto. Incluso me advirtió de que, si tenía ganas de hacer pipí cinco veces al día, no me moviera más que una o como mucho dos. Y finalmente, antes de despedirse, me lo concretó aún más: "Cuando se levante, lo más tarde que pueda, se va directa al sofá y, cuando sea la hora de acostarse, lo antes posible, se va directa a la cama"
Bueno, después me vendaron y me dejaron mucho tiempo aparcada sobre la camilla en uno de los pasillos hasta que me pude poner de pié y mover la pierna.
Mientras esperaba poder salir de allí, me imaginé hablando con Paco de Lucía... y él me contaba cosas de sus viajes y de su música... y de por qué lo habían tenido que operar... creo que hasta me dormí... sería por los nervios que había pasado...
Algunas cosas de Paco de Lucía me sorprendieron, como fue su pelo alborotado y escaso, su apariencia casi anodina, y que me pareció más bajo de lo que siempre imaginé.
Mi pierna se recuperó después de la cura de varios puntos infectados y de varios meses sin poder moverme con normalidad. Los primeros diez días me dolió mucho, pero mucho...
Ahora, sólo queda una cicatriz, el ligero recuerdo de las molestias y la imagen de Paco de Lucía en mi memoria.
Queralt.

Sobre las autorías:

La mayoría de las fotos que ilustran este blog las he recogido en la red y son anónimas pero, si alguien se siente vulnerado en la autoría de alguna de ellas, no tiene más que decirlo y serán suprimidas o, se hará constar el nombre de su autor.