
Un día, una amiga me invitó a ir al Teatro Español a ver una obra "especial" llamada Murmullos en el Páramo
En ella intervendría una amiga de su hermano llamada Fátima Miranda
Pero además, si todo salía como estaba previsto, Chavela Vargas cantaría una canción popular mexicana. Y así fue, cantó y el teatro aplaudió muchísimo y la ópera se desarrolló con sus sonidos fantásticos, evocadores, inquietantes, suaves, amenazantes...
La obra me gustó mucho, Fátima me impactó y Chavela, ¿qué puedo decir de Chavela?
Nos fuimos a la salida de los artistas, por la parte interior del teatro y allí nos quedamos con la esperanza de verlas a ambas...
El hermano de mi amiga nos presentó a Fátima, una mujer guapa y sofisticada y, finalmente, pasó ante nosotras Chavela Vargas... pequeñita, con el pelo corto y blanco, delicada, vestida de negro hasta en las gafas, sonriente, casi ciega... cuando estuvo a mi lado le dije sinceramente: "¡Guapa!" Ella se volvió a mí, sin verme estoy segura, y su sonrisa se hizo más grande.
Hacía tiempo que me lamentaba de no haber aprovechado el último concierto que Chavela había dado en Madrid. Pensaba, resignada, que no tendría más oportunidades para verla pero, la vida me regaló unos minutos junto a ella y además, pude oír en directo su vieja y cansada voz en un estribillo que no recuerdo pero, cuya imagen, sentada en uno de los palcos con un gran foco de luz sobre ella, nunca olvidaré.


Imagen de: Murmullos en el Páramo.
Puedo decir, que he conocido a Chavela Vargas... y que me sonrió al pasar...
Queralt.